miércoles, 2 de marzo de 2011

Si Pasteur levantase la cabeza... (pio pio que yo no he sido).



Me dirijo a vosotros para comentaros un asunto que últimamente me tiene escamado. No es flor de un día, dado que en los últimos años hemos visto cómo se ha creado alarma social a nivel sanitario tanto con la Gripe Aviar como con la Gripe Porcina, enfermadades que realmente nunca han llegado a convertirse en una pandemia como preveía la Organización Muncial de la Salud (OMS).

En primer lugar quisiera remarcar que la OMS depende directamente de la Organización de Naciones Unidas (ONU), un organismo que, pese a ser el adalid de la buena voluntad y los derechos humanos a lo largo y ancho del mundo, responde a intereses económicos y políticos, muchas veces no demasiado transparentes, por no decir ilegales. No ahondaré en esta cuestión, los que quieran hacerlo pueden leer el libro de Eric Frattini “ONU: Historia de una corrupción”, el cual encontrarán muy interesante.

Una vez hecho este apunte, para que cada cual saque sus propias conclusiones, procederé a explicar el motivo de mi digresión:

Después de que una gran parte de la población se vacunase “religiosamente” contra estas plagas apocalípticas que iban a acabar con la humanidad de un plumazo, generando pingües beneficios para las farmacéuticas que desarrollaron dichas vacunas, se ha visto que la preocupación que se debía tener por semejantes enfermedades era más bien poca.

Podemos recordar el episodio de debate entre PP y PSOE durante esta legislatura referente al número de dosis de vacunas que se debían comprar para garantizar la cobertura a los grupos de riesgo (asunto que por cierto trajo cola en los debates políticos). Después de que los Estados adquiriesen números ingentes de estos medicamentos, deberíamos pararnos a analizar cuántas personas sufrieron la enfermedad. Tomemos como ejemplo España, que es lo que mas cerca nos toca.

Visto esto, podemos concluir que la relación entre pacientes y beneficios de las farmacéuticas no es precisamente proporcional, lo cual me lleva a pensar que la amenaza real no se corresponde con la difundida por la siempre bien engrasada maquinaria de los medios de comunicación de masas al servicio de los capitales privados o de los gobiernos (también al servicio de los capitales privados).

Debemos tener en cuenta que la financiación de las campañas electorales de países con sistema presidencialista, entre ellos EE.UU depende en gran medida de las aportaciones y donaciones de capitales privados. En este punto, las grandes empresas farmacéuticas tienen mucho que decir, ya sea sobre el opio de Afganistán (materia prima para medicamentos opioides), como sobre la erradicación o el control de enfermedades en África. Sus grandes donaciones (en muchos casos a ambos partidos) les aseguran la devolución de favores gane quien gane las elecciones finalmente. En resumidas cuentas, un negocio redondo.

No tenemos que echar un vistazo al mal llamado Tercer Mundo (este es un término que se acuñó para definir a los países que no estaban del lado de ninguno de los dos bloques durante la Guerra Fría). En nuestras sociedades desarrolladas existen enfermos ignorados por estas compañías, ya que el desarrollo de la cura para sus enfermedades no resulta rentable, dado el bajo índice de incidencia sobre la población. Es decir, una condena a muerte amparada en la ley de libre mercado. Además, nos encontramos en un sistema capitalista basado en el beneficio, en el que un enfermo crónico, medicado de por vida, es mucho mas rentable que una cura definitiva para su enfermedad.

Tras exponer esto, procederé a explicar mi situación. Me encuentro encamado con casi cuarenta de fiebre, sin explicación médica aparente salvo “un proceso vírico”. Este mismo cuadro lo presentan muchísimas personas en estas fechas, a los hechos me remito. No he tenido fiebre en los últimos cuatro años (la última vez por una infección bacteriológica perfectamente documentada). Veo como uno tras otro, mis allegados van contrayendo este virus y, casualidades de la vida, necesitando medicación en abundancia para sobrellevarlo y finalmente superarlo. Me pregunto qué mal es el que me mantiene enfermo, si ni siquiera los médicos son capaces de darme una explicación. Lo único que sé, es que las compañías que fabrican y distribuyen medicamentos se estarán frotando las manos antes de comenzar a contar el dinero.

Mi principal pregunta es: ¿Quién puede asegurarnos que empresas privadas que se lucran distribuyendo remedios para enfermedades, no crean enfermedades para después distribuir remedios?

En una época en la que se intenta erradicar el término Social de la Responsabilidad Social Corporativa, me gustaría saber cuáles son las políticas de RSC que llevan a cabo las compañías farmacéuticas. Está claro que, desde luego, no son las que llevan a erradicar enfermedades entre la humanidad, puesto que sería eliminar nichos de mercado.

No podemos olvidar que en la época postconsumista que vivimos en los países del orbe de economías desarrolladas, la fuerza de venta de los productos y los beneficios de las grandes compañías se basan en la creación de necesidades. Blanco y en botella.

Para concluir, me es imposible evitar el silogismo con el caso de Victor Bout, el supuesto traficante de armas al que se le apoda “El Mercader de la Muerte”. Bien, habría que conocer muchas verdades que se escapan a nuestro alcance para saber quiénes son los verdaderos Mercaderes de la Muerte.

Como último apunte, en un mundo de capitalismo voraz en el que, cada vez más, todos los servicios que deberían ser públicos se privatizan con una desfachatez asombrosa, abogo por nacionalizar las farmacéuticas mucho antes que la banca, ya que la fuerza económica de un estado tiene el mismo, o mayor poder para la investigación que la del capital privado.

“LA AMBICION SUELE LLEVAR A LOS HOMBRES A EJECUTAR LOS MENESTERES MAS VILES;POR ESO PARA TREPAR SE UTILIZA LA MISMA POSTURA QUE PARA ARRASTRARSE…” J. Swift

Dimitri Ryznard dixit.

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