lunes, 14 de marzo de 2011

Compra de todo, vende tu alma.


Los últimos días los temas estrella en la actividad informativa vienen siendo la crisis desatada en Libia contra el gobierno de Gadafi y el lanzamiento del I-Pad 2, el nuevo producto de Apple que pasa por ser una revisión mejorada de la primera versión.

No hace mucho leí en Twitter un post que decía algo como “No me hables de Libia, acaban de presentar el I-Pad 2”. Lo que presumo que pretende ser un una caricatura de la situación realizada por una persona que se de sobra que es inteligente, se convierte una ves más en un fiel retrato de la realidad social en la que nos encontramos.

Visto esto, que al fin y al cabo no es más que la consecuencia lógica de un sistema de producción y consumo establecido, sería conveniente exponer ciertos asuntos que nos ayudarán a comprender mejor la situación que nos toca vivir.

Capitalismo de consumo:

En primer lugar nos referiremos al sistema organizativo que rige las transacciones en la gran mayoría del mundo actualmente: el capitalismo. Esta doctrina económica tiene varias vertientes y ha sufrido muchas evoluciones a lo largo del tiempo, pero lo que hoy nos interesa es el llamado capitalismo de consumo.

El sistema capitalista de producción potenció a las empresas favoreciendo el desarrollo del sector industrial, más aún tras el final de la II Guerra Mundial, pero no es el que impera actualmente. Con la creación de la producción masificada se produjo además la necesidad de favorecer la accesibilidad de la base poblacional a los bienes de larga duración, que anteriormente sólo estaban al alcance de ciudadanos con una alta capacidad adquisitva. De este modo proliferó la concesión de créditos al consumo, lo que transformó el sistema económico de manera aparentemente no sensible, pero estructuralmente radical. Como veremos más adelante, este cambio fue significativo para explicar la situación financiera que vivimos a día de hoy.

En base a esto la estructura económica cambia profundamente. Se favorece el consumo de la gran mayoría de la población, que contrae deudas (con intereses) con la banca privada. De este modo se institucionaliza la usura que, a su vez, favorece el desarrollo empresarial con la inyección de capitales que de otro modo sólo estarían al servicio de las élites (que curiosamente son los dueños de las grandes industrias y la banca privada).

La mayoría del mundo que entendemos por desarrollado se encuentra en una fase de economía consumista o postconsumista. Lo que no podemos olvidar es que aunque una realidad cultural se encuentre enmarcada en el segundo grupo por su contexto de comportamiento global, esta no deja de funcionar como fuerza de consumo ya que el postconsumismo, más que una ruptura con la corriente consumista, significa una asimilación implícita de la primera con añadiduras emocionales y cambios valorativos.

De este modo la estructura económica cambia. Las empresas producen, venden y pagan los salarios. Los asalariados (a nivel global) consumen y retroalimentan el circuito generando beneficios para las empresas. En una dinámica capitalista normal, la empresa es un ente que genera beneficios y los asalariados sólo cobran un sueldo por su fuerza de trabajo, por lo que mediante las plusvalías, cada vuelta dada a este circuito genera un beneficio neto para la entidad, mientras que las personas siempre tienen un nivel de gasto por su dinámica de vida.

Así pues, se conforma un sistema económico basado en ese feedback, se les da a las personas fuerza monetaria para consumir, y se favorece el consumo mediante el dinero a crédito. Este es un doble negocio, ya que genera beneficios para las empresas productivas, pero también para el entramado financiero. Para que el modelo se mantenga es necesario que se siga consumiendo, a ser posible, cada vez más. Aquí es donde entran en juego la publicidad y la obsolescencia programada.
Entendemos por obsolescencia programada el fenómeno por el cual las empresas tienen planificada la vida del producto no en función de la excelencia en el proceso de calidad, sino basándose en una duración máxima que genere una nueva necesidad en el futuro. De este modo los modelos de fabricación favorecen el alto índice de rotación y obsolescencia de productos que en un primer momento deberían ser de larga duración, o al menos estaban diseñados para eso en su concepción original.

Obsolescencia programada:

Existen infinidad de ejemplos actuales que nos pueden ilustrar de manera práctica para comprender mejor este fenómeno, pero me limitaré a exponer uno muy significativo: El consumo de cáñamo por la industria textil se fue sustituyendo paulatinamente por el de otras fibras menos robustas, como el algodón, para reducir la duración de las prendas fabricadas y generar así una mayor tasa de consumo entre la población, además de un consumo periódico asegurado.

Para entender mejor este fenómeno industrial podemos echarle un vistazo a un genial documental realizado por Osima Dannoritzer y coproducido por RTVE.

COMPRAR, TIRAR, COMPRAR (Documental sobre la obsolescencia programada) : http://www.youtube.com/watch?v=QosF0b0i2f0

Pero la obsolescencia programada no se basa sólo en reducir la vida útil de los bienes de consumo que compramos, existe otro factor determinante que favorece el alto índice de rotación de los productos: la moda.

En este escenario entenderemos la moda, por llegar a un concepto simple y funcional, como la tendencia o pauta de comportamiento que la mayoría de una sociedad o cultura tipo sigue en diferentes aspectos de la vida de las personas. Además, la moda forma parte de los procesos de integración de los individuos en las sociedades a las que pertenecen, por lo que es un factor muy importante en el sentimiento de pertenencia al grupo.

En este proceso han tenido un gran peso los medios de comunicación masiva y la comunicación comercial. El gran éxito de la publicidad reside en la capacidad que ha demostrado a la hora de generar necesidades en un primer momento inexistentes. Es decir, favorecer el ansia de los individuos por poseer ciertos bienes. De este modo la concepción misma de las sociedades de consumo se ha transformado a través de la comunicación provocando no sólo nuevas necesidades, sino haciendo que escojamos entre productos análogos en cuanto a prestaciones sólo por su diseño o la marca que los fabrica.

Esta tendencia que genera la competencia de libre mercado entre las diferentes empresas, hace a su vez que la innovación para desarrollar nuevos productos, aunque sea sólo a nivel de diseño, haga quedarse obsoletos a los bienes de consumo que ya poseemos. Así pues, una nueva corriente estética o moda puede hacer que productos en perfectas condiciones de uso sean relegados al baúl se los recuerdos, si no a la basura, para ser sustituidos por una versión posterior de los mismos.

Recurriendo a un aforismo del sector publicitario recogido por Álex Grijelmo, director de la Agencia F, en su libro La Seducción de las Palabras, diremos que “la publicidad no vende productos, sino que compra clientes”. Esto debe ayudar a que podamos hacernos una idea de cual es el propósito de la comunicación comercial y cómo esta puede influir en los consumidores haciendo que los productos se queden obsoletos por mera convención social y no por desgaste.

Un claro ejemplo de la obsolescencia de los productos por su diseño se encuentra en el sector textil, la competencia entre diferentes marcas hace que sus diseños se adapten cada vez más las nuevas modas que influyen en la sociedad. En el enlace subsiguiente se puede apreciar los diseños de una conocida marca deportiva que ha tomado como motivo decorativo la gran importancia que tienen actualmente las redes sociales e Internet. Que cada cual juzgue como más le convenga.

http://www.fayerwayer.com/2011/02/zapatillas-deportivas-nike-a-la-google-twitter-y-firefox

De igual manera podemos tener en cuenta una teoría personal no documentada pero con ciertos indicios que justifican al menos su verosimilitud, no su veracidad. En periodos de crisis económica como el que atravesamos, las grandes marcas (sobre todo las de bienes tecnológicos y de larga duración) adelantan el lanzamiento al mercado de nuevas versiones de sus productos que dejan aparentemente obsoletas a las anteriores. Esto les proporciona una doble ventaja mercantil, mientras que los consumidores premium siguen teniendo dinero para adquirir los nuevos lanzamientos, las versiones antiguas se abaratan haciéndose accesibles para los clientes menos pudientes.

Negocio financiero:

Una vez explicadas las dinámicas que se producen dentro de una sociedad capitalista en la que el consumo continuado es el motor del sistema económico por fuerza tendremos que adentrarnos en el trasfondo de esta situación y las implicaciones que este tiene. Como señalamos antes, uno de los principales catalizadores del volumen de compra del ciudadano son los créditos al consumo ofrecidos por las entidades bancarias. No es necesario que nos refiramos a la financiación hipotecaria de una vivienda o de un vehículo, se ofrecen préstamos de menor cuantía para adquirir bienes o servicios.

Aquí es donde entra en juego lo que procederemos a llamar dinero ficticio. Aplicaremos este término a los intereses que la deuda contraída con el banco genera, y que tenemos que saldar a cuenta del dinero que se nos ha prestado. Existen diversos sistemas de gravamen por intereses, tantos como entidades bancarias o productos financieros de crédito, pero el fundamento es el mismo.

Un paso que va más allá de los créditos al consumo dados por las entidades bancarias en las que tenemos una cuenta, o domiciliación de recibos o nómina, es el de los servicios de tarjetas de crédito ligados a una cuenta bancaria que puede ser de otra entidad. Aquí entra en juego el modelo de negocio de empresas como Citibank, por decir una sobre la que es fácil encontrar información.

Citibank, además de otra serie de servicios bancarios, ofrece la posibilidad de contratar tarjetas de crédito de diversa índole. Con ellas, los usuarios pueden acceder automáticamente a una línea de préstamo que oscila en función de sus ingresos y que va aumentando paulatinamente, según vayamos necesitando más crédito. Los intereses de estas tarjetas son presentados por sus comerciales en cifras mensuales. Lo que se guardan de indicar es que el porcentaje de interés es acumulativo, y que llega a alcanzar más del 20% anual.

La entidad permite además fragmentar el pago en condiciones aparentemente ventajosas, pero es porque su modelo de negocio se basa en prolongar más y más la deuda del cliente, aumentando así los intereses sobre ella de manera exponencial. Por tanto, se añaden nuevos intereses no sobre el valor dinero, sino sobre el valor tiempo. Es por eso que la deuda crece sobre valores ficticios y no ya sobre dinero real que hemos pedido prestado. De este modo puede darse la situación de que la cuota de pago que ejercemos sea en mayor medida para compensar intereses, que para devolver el dinero que nos ha sido concedido a crédito.

Este es sólo un ejemplo de la economía especulativa de futuribles. Se establecen valores de interés sobre opciones de consumo a años vista, como ocurre también en el mercado energético. Con esta organización financiera se favorece el endeudamiento de los individuos a largo plazo, lo que significa más beneficios reales de la banca sobre lo que hemos aceptado llamar dinero ficticio.

Existe un ejemplo especialmente claro dentro de la legislación y el marco económico de España, que es el que afecta a los préstamos hipotecarios. Recientemente, una sentencia de la Audiencia de Navarra daba por saldada la deuda con la entidad bancaria tras entregar las llaves del bien inmueble. Posteriormente, esta sentencia fue anulada y los dos partidos políticos mayoritarios (PP y PSOE) rechazaron la propuesta de IU de que se obligase de manera legislativa a la banca a que la entrega de la vivienda liquidase la deuda contraída. A continuación se exponen enlaces a piezas informativas sobre el tema por orden cronológico (seleccionadas al azar):

http://www.elpais.com/articulo/economia/juez/avala/primera/vez/devolver/piso/liquida/hipoteca/elpepueco/20110126elpepueco_12/Tes
http://www.publico.es/espana/345222/iu-propone-que-las-hipotecas-se-cancelen-entregando-la-vivienda
http://www.eleconomista.es/empresas-finanzas/noticias/2845718/02/11/3/PSOE-y-PP-rechazan-obligar-a-la-banca-a-que-la-entrega-del-piso-salde-las-hipoteca.html

Este es sólo un ejemplo de la importancia de los bancos en los países que llamamos desarrollados y democráticos. Representan un gran polo de poder e influencia sobre los gobiernos de cualquier tendencia ya que, o tienen invertidas fuertes sumas de dinero en sus campañas (de hecho las tienen distribuidas en las campañas de todos los candidatos para asegurarse la influencia) cuando la legislación permite un gran volumen de donaciones, o los mismos partidos políticos dependen de las entidades bancarias para renegociar los créditos que han obtenido a lo largo de los años y a los que no les pueden hacer frente. Eso sin olvidar que, de la misma manera, la banca privada es la encargada de ofrecer préstamos a las empresas para que estas puedan acometer ciertas operaciones, por lo que se crea una doble relación de dependencia: se convierten en pieza indispensable del sistema económico y además se benefician de él a corto, medio y largo plazo entrando en el terreno de lo que catalogamos anteriormente como dinero ficticio.

Sobre este mercado de intereses futuros condicionados por el tiempo se gestaron también los productos bancarios que presuntamente fueron uno de los principales factores que provocaron la crisis financiera mundial. Las hipotecas subprime (préstamos de alto riesgo riesgo a un interés más alto de lo normal, de carácter normalmente hipotecario) y la especulación favorecida por grandes capitales privados y hedge funds de grandes entidades bancarias dieron paso a una caída en cadena de los mercados (consecuencia lógica de la globalización económica).

Información sobre hipotecas subprime: http://es.wikipedia.org/wiki/Crisis_de_las_hipotecas_subprime
Información sobre los hedge funds:
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-89824-2007-08-17.html

Este fenómeno global que a su vez ha provocado la quiebra y la necesidad de ayudas públicas de numerosas entidades bancarias, ha traído consigo una consecuencia paradójica. El sistema financiero es un producto directo de una economía capitalista de libre mercado pero, en el momento en el que los rigores de este modelo les han pasado factura, han sido rescatados con dinero público.
En un tejido empresarial como el español en el que las pequeñas y medianas empresas generaban el 89% de los nuevos empleos en 2006 y más de el 50% del empleo total en 2010, ¿qué pueden pensar todos aquellos que tuvieron que cerrar sus negocios familiares cuando los propios estados evitan que el libre mercado regule el sector financiero? Las conclusiones, como siempre, las sacan ustedes.

Información sobre la importancia de la Pyme en España:
http://www.educaweb.com/noticia/2006/04/10/pymes-generan-89-total-empleo-espana-11172.html
http://blogtrabajos.com/el-mayor-porcentaje-del-empleo-disponible-en-las-pymes/
http://www.sage.es/radiografiadelapyme2010/Radiografia_de_la_pyme_2010.pdf

En esta tesitura, la tónica reinante en el sistema financiero privado (entre las entidades que no han presentado pérdidas) es seguir pagando bonus millonarios a sus directivos. Cuando los planes de austeridad escogidos o impuestos sobre ciertas economías obligan a la persona media a renunciar a muchas cosas para poder seguir comiendo, cuando muchas de estas personas pierden su medio de vida al quedarse sin empleo, la banca privada sigue ganando dinero.

Dado que en el sistema económico en el que nos encontramos, las empresas son entidades cuyo fin último es generar beneficios económicos, no diré que esto sea malo. Lo indignante es que la banca privada, defensora a ultranza del liberalismo y la autorregulación de los mercados no se rija por esas mismas doctrinas en sus momentos de dificultad. Muy al contrario, los gobiernos rescatan negocios privados con dinero público, cuando lo justo sería que ese dinero se invirtiera en asegurar la supervivencia mínima de ciertos colectivos sociales y dejar que los negocios financieros que han ejercido de mala manera quiebren.

De este modo se sigue perpetuando su modelo de negocio, dándoles además patente de corso para seguir ejerciendo las tropelías que tienen por costumbre. Además de demostrarse que pueden seguir actuando de manera abusiva sin miedo, se siguen engordando sus cuentas de beneficio con lo que hemos decidido llamar dinero ficticio, todo ese margen de interés que se genera mediante el crédito y que tanto les interesa mantener durante el mayor tiempo posible. Así pues, nos encontramos en un periodo de esclavitud moderna, puesto que además de trabajar para nuestros respectivos jefes, trabajamos para el banco. Vivimos encadenados a lo que consumimos, puesto que somos capaces de arrodillarnos (figurada o literalmente) con tal de mantener un puesto de trabajo que nos garantice una nómina a primeros de mes, y poder comenzar así otra vez el juego del consumo.

“Detrás de cada gran fortuna hay un delito.” Honoré de Balzac

“Y si la usura no es delito, que baje Dios y lo vea.” Dimitri Ryznard


Dimitri Ryznard

2 comentarios:

  1. "Si asumes que no hay esperanza, garantizas que no habrá esperanza. Si asumes que hay un instinto hacia la libertad, que hay oportunidad para cambiar las cosas, entonces hay una opción de que puedas contribuir a hacer un mundo mejor. Esta es tu alternativa" -Noam Chomsky-

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  2. Si asumiera que no hay esperanza no pasaría horas que debería estar durmiendo escribiendo esto. :)

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